http://www.bastidoresdemadera.blogspot.com

viernes, 2 de enero de 2009

JOSÉ ORTEGA Y GASSET LA DESHUMANIZACIÓN DEL ARTE Y OTROS ENSAYOS DE ESTÉTICA 1925, Madrid, 1987, Espasa Calpe S.A.

A MODO DE INTRODUCCIÓN

Para comenzar a hablar de estética y de las posturas sostenidas por Ortega y Gasset no estaría de más comentar la solidaridad con que cada época histórica ha tratado a sus manifestaciones artísticas en sus distintas variantes, popularizando de un modo sorprendente el objetivo buscado por un pintor, un músico o un dramaturgo hasta el punto en que cada uno de los anteriormente citados sienten una inspiración idéntica con respecto a sus contemporáneos. Y por tanto, esta identidad de sentido artística habría de rendir, por fuerza si así fuera, idénticos impactos sociológicos.



DESARROLLO

Así pues, el desarrollo de las nuevas corrientes del arte joven (convendría citar que empleamos el término arte joven al arte nuevo que está empezando a manifestarse y no al que hacen artistas de temprana edad, aunque en algunos casos coincidan estos dos factores) trae consigo una impopularidad que se contagia a todas las variantes artísticas, por motivo de su destino esencial, Ese destino del que pretendemos hacer constancia es la falta de acogida popular, por lo menos, en un cierto periodo de tiempo. Es la masa popular la que en primera instancia cierra sus puertas, que más adelante abrirá para que sólo una porción de ella pueda y quiera acogerlo y serle favorable; y otra parte mayoritaria que se mostrará hostil.
Tanto es así que el efecto sociológico que produce el arte nuevo crea una división antagónica en los grupos sociales para derivar dos diferentes grupos de hombre de entre tanta muchedumbre.


Pero sería conveniente decir que en el caso del arte nuevo, la disyunción producida entre las masas pasa a un plano más profundo. Cuando indagamos más allá del gusto individual nos damos cuenta que lo que sucede es que la mayoría de la población no lo entiende, Siendo esto así el efecto sociológico que produce el arte joven nos revela un dato importantísimo: el arte, por motivo de la no comprensión por parte de la totalidad de la masa, no es para todo el mundo, luego estará dirigido a una minoría especialmente dotada.
Podemos aventurarnos y decir que esa mayoría de entre la masa especialmente no dotada deriva directamente de la falta de educación en arte y que por lo tanto, con un gran esfuerzo y dedicación por y para la educación este problema de bifurcación de los efectos producidos por el arte nuevo se erradicaría. No podemos llegar a plantear en qué medida la gente llegará a comprender los aspectos formales y culturales del arte si desde un primer momento no tienen una buena fuente.


Aunque por otro lado, intentar justificar este problema únicamente en la falta de educación sería simple y escaso por nuestra parte. Intervienen otra seria de factores como bien pueden ser el acceso a las obras de arte por parte de las masas; lo que cada individuo busca dentro del arte o pretende encontrar en las obras; el sentido que se le da al arte por parte de artistas y de la sociedad y el grado de recepción por parte del individuo ante lo que una obra de arte pretende evocar en el propio individuo y lo que pretende evocar a nivel sociocultural y los cambios que suscita dicho nivel en el tiempo.


Intentamos extraer del arte joven su principio esencial para ver en qué grado de profundidad el sentido impopular del arte afecta al arte joven.
Una pregunta se nos plantea y su respuesta es clave para seguir con el desarrollo de nuestra postura. ¿Con qué goza estéticamente la gente para aceptar o no una producción artística y que le guste? Centrándonos en esa mayoría popular, a la gente le gusta ver reflejado el interés por los destinos humanos que le son cercanos por medio de una serie de personajes identificables en los que depositan ilusiones que les harán valer como personas reales.
Por lo tanto, llamarán arte “ al conjunto de medios por los cuales les es proporcionado ese contacto con cosas humanamente interesantes”.


Ciertamente, esto dista bastante del verdadero goce de lo puramente estético en arte, porque el objeto artístico presume de este rango en cuanto que es irreal y por tanto incorruptamente artístico. Así pues, quien contempla un retrato y su intención es convivir con el retratado está más lejos de la experiencia estética del arte que el que disfruta con la contemplación del objeto puramente artístico, donde no se encuentran cosas humanas, sino principios de arte y pura ilusión irreal.


Desde esta postura pretendemos desvincular al arte de cualquier elemento humano de una forma progresiva hasta llegar a la purificación del arte para obtener objetos únicamente percibibles por quienes posean una sensibilidad especial para la apreciación artística. Será pues, un arte limitado a ciertas personas y entidades, por así decirlo, especializadas. Un arte puro que hará crecer esa gran diferenciación social que a su vez producirá una limitación fronteriza del arte por grandes periodos de tiempo. O bien, por esa neutralidad que causa el hecho de la contemplación de lo puramente estético en cada obra, desembocar en una gran globalización del arte donde con la idea de goce estético acercar a todo el público a las obras, las cuales datarán de carácter universal, porque de hecho, estamos hablando de valores universales del arte.


El arte nuevo intenta buscar numerosas ramas por las que crecer con sus diferentes direcciones, pero a pesar de esa divergencia existe un fondo común donde hacer la clara diferencia en sus semejanzas. Aclarando esto, decimos que si estudiamos la característica más genérica en las diferentes direcciones y variantes del arte nuevo, nos damos cuenta que se produce una tendencia a la deshumanización del arte, entendiendo la parte humana del arte como todo lo reconociblemente relacionado con el comportamiento del hombre y su entorno, que el arte tradicional ha querido reflejar.


El pintor o el cualquier artista dirige su mirada y su pincelada fuera de la realidad, contra ella, hacia una deformación que rompa con ese aspecto humano que la condiciona. Este artista nos obliga a tratar de dialogar con objetos con los que humanamente ha sido imposible tratar. Crearemos por tanto una nueva vivencia con respecto al arte, una nueva vida inventada donde reina la comprensión y el disfrute artístico, despertando en nosotros una serie de sentimientos específicamente estéticos que dentro de la psique, se encuentra alejados de los que cubren las formas humanas de las que hablamos.



Sería de una valentía increíble afirmar que podemos construir objetos que realmente escapen de la realidad. Sinceramente, actuar de este modo es una ardua tarea llena de complicaciones. Claro está, que si buscamos algo que se aleje de la realidad y que de igual modo carezca de sentido, es una tarea sin más dificultad que la de comenzar a hacerlo, pero si pretendemos crear algo que no sea copia del natural y que presuma de gran singularidad implica una dedicación extrema y una muestra de virtuosismo. Construir algo sin referentes del natural, o sea, de lo ya conocido es donde reside el principio de creación más puramente sincero.
Por lo tanto, al hacer obras de creación donde las referencias humanas se pierden, con lo que nos encontramos desarmados frente a la obra, el placer estético con que se mira ha de ser un placer inteligente donde uno mismo se da cuenta del hecho que motiva y justifica ese placer. Y al utilizar el lenguaje del arte convertido en lenguaje universal (como ya comentamos párrafos atrás) y globalizado, convertimos lo subjetivo en objetivo, desapareciendo diferencias posteriores.


Para facilitar esta tares de deshumanización del arte existen instrumentos de los que se valen los artistas, tales como la metáfora que nos invita a la evasión del mundo de lo humano y su orden para crear abismos de irrealidad entre las cosas, pura imaginación que sustituye unas cosas por otras para que éstas, las reales y humanas se alejen lo máximo posible.
Decíamos que la metáfora facilita la evasión de la realidad, incluso del orden de las cosas, pero uno de los mecanismos más simples para llegar a esa evasión y por consiguiente, deshumanización del arte, es el cambio del orden lógico y jerárquico de las cosas. Estas cosas de las que hablamos y los sucesos de la vida que se determinan como más importantes pasan a un último plano, sin embargo las que se encuentran en último lugar se remontan a primera instancia.
El caos a la hora de la lectura de la obra provocaría irremediablemente un rechazo de la búsqueda de lo humano en dicha obra para centrarse en la contemplación inteligente de los valores estéticos.


La relación de nuestra mente con las cosas consiste en pensarlas para formarse ideas de ellas en nuestra conciencia, hasta conseguir darles un significado válido.
Pensando captamos ideas de la realidad para crear conceptos cargados de significación que servirán para entender el mundo, lo real. En la mayoría de ocasiones, una tendencia natural nos conduce a tomar como realidad lo que pensamos de ella y por tanto a confundirla con la idea que tengamos de la misma. Esta es sin embargo, una trampa en la que caemos sin miedo a lastimarnos, donde manifestamos una ingenua idealización de la realidad, de lo real y por consiguiente, de lo verdadero.
Ahora bien, para alejarnos de ese camino que conduce a la idealización, convendría cambiar el orden establecido en el que vamos a idealizando el mundo para ahora tomar las ideas por lo que su propio nombre indica, esquematizaciones de la realidad y afirmamos que así son y no que son la realidad propiamente dicha. “Desrealizamos”las ideas, o lo que es igual, las deshumanizamos.


Mediante las obras de arte siempre se ha pretendido dominar la realidad para reflejarla en un soporte, pero a lo sumo en este soporte reside una esquemática selección por parte de la mente del artista de entra la multitud que integra lo real, que por poner un ejemplo, bien puede ser un retrato de cualquiera. Si por el contrario, el pintor que esta encargado del trabajo pintase la idea que él mismo tiene de la persona, o sea, el esquema de esta persona, estaría pintando la pura realidad, la verdad misma y no conduciría su obra a un engañoso fracaso para sí mismo y para la gente que desea contemplarlo.
El artista en este caso conceptualiza la idea, le da un significado objetivo (desde un punto de vista subjetivo) y por tanto válido en un ámbito internacional.


Sobre esta sensibilidad original por la que el artista decide crear obras de arte nuevo existe una influencia del arte del pasado. Dentro de sí, el artista mantiene una lucha por la que pretende aflorar el arte original enfrentado al arte que se ha hecho ya, el arte clásico. Este tipo de influencia de etapas anteriores puede ser beneficiosa en tanto que el artista se nutre de los logros del pasado como base sólida por la que partir para intentar mejorar con ideas originales hasta llegar ala posible perfección del mismo. O bien por el contrario, la influencia puede ser negativa o nula cuando el artista joven muestra un tremendo rechazo a cualquier manifestación venida del pasado o vigente que se encuentra gobernando sobre las demás.
En el primer de los casos las obras resultantes del artista contendrán, como norma general, grandes reminiscencias que pueden causar la repetición de elementos y gestos ya consagrados, que convertirán las obras en piezas de redundante originalidad.
Por otra parte, en el segundo de los casos, el artista producirá una obra distinta de las legadas anteriormente y conseguirá dotar de grandeza a ésta, manteniendo un carácter agresivo contra las normas establecidas, en un sentido defensivo, no peyorativo, ante la influencia y condicionamiento que puede afectar al arte joven.
Este es un fenómeno que abarca otros muchos aspectos de la vida, como la estructuración sociopolítica y sobre todo la cultura, donde tabúes y censuras sociales intentan abolirse.


Pero es la tradición lo que hace que los grupos sociales cobre identidad propia, se distingan de otros y se estudien, se veneren y se cuestionen. Siempre y cuando esa tradición no niegue ni afecte a la evolución favorable de estilos o a la creación de unos nuevos no supondrá un mayor problema a la hora de la creación artística. Como comenzamos hablando en este escrito, lo que pretendemos es hacer una deshumanización del arte para la contemplación y disfrute de los valores estéticos de las obras y no de la carga significativa ligada a las preocupaciones humanas. Así pues, tomando como válida esta postura, el disfrute estético de las obras pertenecientes a la tradición no debe ser delictivo a ojos del arte de creación nueva, a mismos efectos, debe estar a la misma altura, añadiendo en ambos casos el valor de creación u novedad que cada periodo de tiempo les ha otorgado.


No obstante, medir el arte joven y el tradicional con la misma balanza puede conducirnos a un grave error. No podemos pretender que el arte de tradición suscite la misma admiración, aunque sea puramente estética, que el arte nuevo, cuando este último pretende conseguir una ridiculación de sí mismo, es decir, que contemplemos cómo el arte se gasta una broma.



En vez de poner un personaje reconocible que suscite motivo de burla (en el caso en que se entienda así el arte nuevo se pone a sí mismo para escarnecerse y así demostrar que “por una maravillosa dialéctica, su negación es su conservación y triunfo”, un reflejo irónico.



Este triunfo sobre sí mismo y sobre el arte como creación carecerá de trascendencia ninguna, que por el contrario, siempre ha disfrutado el arte de tradición. Como hemos dicho, la ocupación del arte de temas humanamente preocupantes lo dotaba de carácter salvador para todo ser humano, aportando dignidad y justificación a la especie.
El artista joven ve su arte como una labor intrascendente en la que la figura del artista se aleja de la de profeta y salvador cargado de verdad absoluta. Por el contrario, el artista nuevo se interesa por su arte cuando nota que no tiene esa gran repercusión y seriedad donde las formas y los contenidos comienzan a moverse libremente.
Toda esta “intrascendentalidad” del arte puede quedar recogida y justificada según un por qué causado por el cambio de orden jerárquico donde colocar al arte con respecto de las preocupaciones humanas o sus intereses.



CONCLUSIÓN

Como decíamos en párrafos anteriores, la concepción de arte y su valoración depende de lo que cada individuo y seguidamente, cada colectivo, busque en las manifestaciones artísticas, la educación en arte, la facilidad de acceso y el sentido que se les den.
Entonces bien, esta desvinculación del arte a la trascendencia y a los intereses humanos vitales y culturales hace que el arte nuevo se muestre tal como es, como un ser humano desnudo, despojado de adornos y vestimentas que puedan condicionarlo para, honrada y modestamente, permitir llegar a él por lo que es, ser humano. En este caso, el arte se reduce a estos mismos valores, sólo arte sin ninguna otra pretensión.


COMPARATIVA CON EL TEXTO DE ROBERT HUGHES: A TODA CRITICA. ENSAYO SOBRE ARTE Y ARTISTAS.TRADUCCION DE NOTHING IF NOT CRITICAL (NUEVA YORK, 1990) DE ALBERTO COSCARELLI. ANAGRAMA, BARCELONA 1992 (1987)

Hughes escribe unos años atrás sobre el arte nuevo y menciona una serie de puntos fuertes. Así pues, nos habla de una influencia terrible de los medios de comunicación que afecta directamente a la creación artística, condicionando el hecho imaginativo y creativo debido al bombardeo de ideas comunes que anulan las individuales. Al no materializarse el arte y sólo hacer una proyección, o sea, una imagen del mismo ridiculizada, tendemos a un conceptualismo de corto alcance que dota a la obra de un supuesto carácter superficial.
Las revistas de arte, producctoras, distribuidoras, atribuyen a quienes interesa una cantidad de de méritos incuestionables. Ésto trae consigo una situación imperialista que engendra a su vez, el provincialismo, donde los mecanismos de las periferias funcionan según que órdenes y según qué intereses manifiesten se manifiesten en el centro neurálgico.

Además de este imperialismo y provincialismo de producción artística, hay por consecuencia del mismo, un imperialismo de mercado que opera internacionalmente. Produce un arte inabsequible que queda encerrado en las paredes del mercado para que sea consumido exclusivamente por gente económicamente bien situada y se reduce, lógicamente, la experiencia pública del arte.
Hughes busca la pureza del arte en el talento creativo, desvinculado de la influencia imperialista de otros artistas y lo busca además, en la apreciación de la obra de arte contando con la posesión de cierto criterio adquirido, y libre de condicionantes por el mercado, gracias a la educación en arte.
Existe además, una falta de talento en pintura y escultura derivada de la falta de educación y de formación por culpa del declive en los niveles educacionales. Las instituciones académicas muestran una falta de compromiso para las enseñanzas del arte y un mal entendimiento de dicha enseñanza, que pasa de de ser un conocimiento dominable para su producción a ser una terapia para rehabilitar personalidades.
Otro problema mencionado por Hughes y perteneciente al sistema educativo es la escasez de formación práctica y realización para supeditar un conocimiento científico. Existe una dependencia dañina sobre las reproducciones fotgráficas de obras de arte para la docencia que anulan la contemplación de las originales, que en el caso contrario, podría enseñarse y aprender de ellas mismas de un modo más completo e ilustrativo. Se llega a una conclusión exacta, en la que Hughes afirma que el encuentro directo con la obra de arte original es el hecho púramente artístico al que puede llegar el espectador, la experiencia púramente artística compartida con el autor.

No hay comentarios: